México debe encontrar su nicho estratégico en la cadena de valor de los semiconductores

En el marco del Seminario de Seguridad Nacional, Semiconductores y Fronteras que organizó el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Eugenio Marín, director general de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC), abordó los retos, oportunidades y decisiones críticas que enfrenta México para insertarse de manera eficaz en el ecosistema global de semiconductores.

El directivo señaló el reacomodo de las cadenas de suministro derivado de las tensiones geopolíticas y del nuevo orden tecnológico global. “Hay dos efectos importantes que debemos entender: uno tiene que ver con el control de tecnologías; el otro, con el rediseño de las cadenas de suministro. Y México debe encontrar cómo y dónde insertarse en ese reacomodo”, afirmó.

El contexto global: inversiones y velocidad

Marín recordó que Estados Unidos ya invirtió más de 50 mil millones de dólares para fortalecer su ecosistema nacional de semiconductores. China, por su parte, ha triplicado ese esfuerzo, al destinar 150 mil millones de dólares, no solo en empresas comerciales, sino también en investigación y desarrollo, incluso en las aplicaciones de consumo. “La velocidad con la que avanza China es impresionante. Aún va detrás, pero no tardará mucho en alcanzar o superar a sus competidores”, advirtió.

Frente a estos gigantes, México aparece en el mapa global con un reto y una oportunidad. A pesar de importar más de 30 mil millones de dólares anuales en semiconductores —la mitad de lo que importa Estados Unidos—, no cuenta con una política industrial articulada ni con una alineación clara entre su demanda tecnológica y sus capacidades productivas.

Capacidades sí, mercado no alineado

“Tenemos ingenieros, tenemos infraestructura, tenemos centros de investigación con décadas de trabajo en física del estado sólido. Pero no tenemos claro quién va a comprar lo que podamos producir”, señaló Marín. El verdadero problema, dijo, no es sólo tecnológico, sino económico y estratégico: si producir un chip en Norteamérica cuesta cinco o diez veces más que importarlo de Asia, entonces el esfuerzo debe enfocarse en identificar con precisión los nichos de oportunidad donde sí tenga sentido cerrar esas brechas.

Ahí es donde entra el concepto de valor en la cadena, no del producto aislado. “Tenemos que preguntarnos: ¿dónde puedo reducir costos logísticos? ¿Dónde puedo evitar saltos innecesarios en la cadena de suministro? ¿Dónde tengo sentido estratégico, incluso si sólo participo en una parte específica del proceso, como ensamble, pruebas o diseño?”, explicó.

¿Qué puede y qué no puede hacer México?

A decir de Marín, México puede participar con impacto en actividades clave como:

  • Diseño de semiconductores.
  • Ensamble, empaque y prueba.
  • Provisión de materias primas específicas o de servicios especializados.
  • Desarrollo de talento técnico y científico.

“No se trata de competir en todo. Se trata de identificar rutas asequibles, sostenibles, con impacto económico y social. México tiene más de 1,000 empresas en el sector electrónico que integran semiconductores en vehículos, electrodomésticos y dispositivos médicos. Ahí está el punto de entrada”, puntualizó.

Alineación con el T-MEC y visión regional

El seminario también sirvió como un llamado a repensar el papel de México en la revisión del T-MEC, específicamente en el capítulo tecnológico. “Si queremos que México tenga un lugar en el bloque norteamericano como un socio tecnológico real, necesitamos identificar qué queremos que se incluya en el T-MEC sobre semiconductores. Y eso sólo lo sabremos si entendemos el mercado y la demanda”, afirmó Marín.

Eugenio Marín planteó que el desarrollo de una política nacional en semiconductores no puede hacerse de forma aislada. Debe estar sustentada en:

  • Estudios detallados de demanda industrial.
  • Mapas de competencia tecnológica a nivel global.
  • Alianzas público-privadas reales.
  • Formación de talento de largo plazo, desde la física y la química hasta la ingeniería aplicada.

La pregunta clave: ¿qué chips, para qué industria?

“Tenemos que ser muy concretos. ¿Qué tipo de chips podemos diseñar, ensamblar o terminar aquí? ¿Para qué productos? ¿Para qué industrias? Un vehículo moderno puede tener más de 1,500 chips integrados. ¿Cuáles de esos podemos producir localmente? Esa es la pregunta que debemos responder con urgencia”, dijo.

A favor del diseño de una estrategia nacional

A lo largo de su intervención, Eugenio Marín dejó un mensaje claro: el desarrollo de una industria nacional de semiconductores no se trata de instalar cuartos limpios por decreto o esperar inversiones espontáneas. Se trata de construir una visión, identificar nichos, cerrar brechas reales y coordinar esfuerzos con precisión quirúrgica.

“El éxito de México en este sector no dependerá de cuánto podemos copiar de Asia o de Estados Unidos, sino de qué tan bien entendemos nuestra posición en el mapa global y qué tan rápido actuamos con inteligencia, estrategia y colaboración”, dijo.

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